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Azúcar que no vemos

cómo se mete en tu cuerpo sin que te des cuenta

Cuando pensamos en azúcar, muchos imaginan una cucharadita en el café o una porción de torta.

Pero la verdad es que el azúcar más peligrosa no es la que elegís…

es la que ni siquiera sabés que estás comiendo.

En Argentina, el consumo promedio de azúcar duplica la cantidad recomendada por la OMS.

Y el grupo etario de 30 a 50 años —que suele creerse "saludable"— es uno de los más expuestos.

¿Dónde se esconde el azúcar?

Te sorprendería saber la cantidad de productos “salados”, “light” o “saludables” que la tienen.

Acá va una lista que seguro te resulta familiar:

  • 🍞 Pan lactal y panes “integrales” de supermercado
  • 🥣 Cereales “de desayuno” (incluso los que dicen ser “fitness”)
  • 🍅 Salsas de tomate en frasco o tetrabrik
  • 🍚 Arroz saborizado o instantáneo
  • 🥤 Gaseosas, incluso las light (edulcorantes + azúcar escondida)
  • 🥫 Snacks salados tipo copetín (muchos tienen azúcar para “redondear” el sabor)
  • 🍪 Galletitas dulces y saladas, incluso las de arroz
  • 🍶 Yogures saborizados
  • 🍛 Comidas congeladas o listas para calentar
  • Cápsulas de café saborizadas
  • 🍯 Productos que dicen “con miel” (pero tienen más jarabe de maíz que miel real)

¿Qué le hace a tu cuerpo esta azúcar invisible?

📉 Desregula tu energía

🧠 Niebla mental y bajones de ánimo

😠 Irritabilidad sin explicación

🧬 Inflamación intestinal crónica

😴 Alteraciones del sueño

🍩 Dependencia y antojos cada vez más frecuentes

Y lo más loco es que te acostumbrás a vivir así, como si fuera normal estar hinchado, sin foco, acelerado y cansado al mismo tiempo.

¿Qué hacemos con esto?

No se trata de volverse extremista.

Pero sí de empezar a elegir con consciencia.

De mirar etiquetas, cuestionar publicidades, y entender que si algo está “procesado”, probablemente tenga más azúcar que lo que imaginás.

Y también…

de sumar lo que ayuda.

🌱 Incorporar alimentos reales.

🍄 Probar adaptógenos como la Melena de León, que además de apoyar el sistema nervioso, ayuda a reducir la inflamación intestinal (clave en los antojos y en el metabolismo del azúcar).


¿La conclusión?

El problema no es solo el azúcar, es no saber que está ahí.

Y la solución empieza mirando más allá del envase, y volviendo a lo real.

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