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La piel durante el embarazo

lo que cambia, lo que enseña
17 de octubre de 2025 por
La piel durante el embarazo
FUNGISHOP
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Durante el embarazo, el cuerpo se transforma de una manera tan profunda que no hay parte que no lo sienta. Pero pocas cosas hablan tanto del paso de esa experiencia como la piel.

Más allá del brillo que muchas asocian al embarazo, la piel atraviesa un proceso fisiológico complejo: se estira, se adapta y se vuelve el reflejo visible de todo lo que pasa adentro.

1. Elasticidad al límite

Durante la gestación, el volumen abdominal puede aumentar entre un 30% y un 50%. Para acompañar este crecimiento, las fibras elásticas —colágeno y elastina— se estiran constantemente.

El problema aparece cuando esa tensión supera la capacidad de adaptación: las fibras se rompen y dan lugar a las famosas estrías (llamadas striae gravidarum en medicina).

Estas pequeñas cicatrices lineales son una respuesta normal a un estiramiento repentino, y suelen aparecer en abdomen, senos, caderas y muslos.

2. Cambios hormonales y pigmentación

El aumento del estrógeno, la progesterona y la melanotropina genera alteraciones en la pigmentación.

Por eso muchas mujeres desarrollan el cloasma o “máscara del embarazo”, manchas oscuras en rostro y cuello que suelen atenuarse luego del parto.

Además, el aumento del flujo sanguíneo cutáneo da ese aspecto más “luminoso” o sonrosado, pero también puede provocar picazón, sensibilidad o calor en la piel.

3. Hidratación y barrera cutánea

A medida que el cuerpo prioriza el funcionamiento interno (útero, placenta, sistema circulatorio), la piel puede volverse más seca o deshidratada.

La barrera lipídica se altera y pierde parte de su capacidad para retener agua, generando esa sensación de tirantez que muchas personas gestantes describen en la panza.

Mantener una buena hidratación interna —agua, frutas, y alimentos ricos en polisacáridos naturales— es clave para sostener la elasticidad.

4. Inflamación y sensibilidad

El aumento del cortisol y el estrés oxidativo durante el embarazo también puede volver la piel más reactiva o inflamada.

Aparecen pequeñas erupciones, urticarias o picores, especialmente en el último trimestre.

Estos procesos son parte del enorme trabajo inmunológico del cuerpo gestante: mantener en equilibrio un organismo que ahora alberga a otro.

La Tremella y la reparación natural

Entre los adaptógenos más interesantes para acompañar el cuidado de la piel después del embarazo está la Tremella fuciformis.

Este hongo —utilizado durante siglos en la medicina oriental— actúa como un hidratante biológico: sus polisacáridos retienen hasta 500 veces su peso en agua, mejorando la elasticidad y la luminosidad de la piel desde adentro.

Además, estimula la producción de colágeno y ayuda a restaurar la barrera cutánea dañada por el estiramiento o la sequedad.

El cuerpo cambia. Y eso está bien.

La piel no vuelve a ser la misma después de gestar.

Pero puede volver a sentirse viva, flexible, nutrida.

Cuidarla es también una forma de honrar todo lo que hizo por sostener la vida.

Y quizás, este mes de la piel, sea una buena oportunidad para devolverle un poco de ese amor.

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Psoriasis
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